Vivimos en una sociedad competitiva, abrumadora y exigente.
Esa que cada vez que puede, te susurra al oído: los errores cuestan caro.
Hay poco lugar para el miedo y el fracaso, los equívocos y las dificultades.
El éxito es TODO lo que está bien.
Muchas veces, nos encontramos utilizando frases hechas cuando nos preguntan cómo estamos.
«Estoy re bien», «Me va súper», «Yo siempre estoy bien».
Damos respuestas automáticas, sin reparar en lo que decimos.
Sin embargo, si hurgamos fino, terminamos echándole mano a la escoba y escondiendo la «basura» debajo de una alfombra, ¿no?
En estas épocas veloces, en dónde todo es efímero y exagerado, es fácil caer en la tentación que propone la sociedad moderna.
Por eso mismo, me parece interesante rescatar en estos textos, un concepto muy valioso para poder atravesar los momentos en los cuales todo parece cuesta arriba.
Te propongo generar una mirada auto reflexiva y contemplativa con tus acciones, sobre todo cuando las cosas no salen como quisieras.
Hacete un tiempo para pensar y reflexionar acerca de cómo te tratás vos mismo y a los demás.
Se trata de la profesora e investigadora Kristin Neff*, quien estableció tres componentes para definir este campo de estudio.
Veamos:
¿De qué sirve flagelarnos y herirnos cuando no nos salen las cosas que nos proponemos?
Cuando estamos sufriendo, nos rechazan o sentimos que no encajamos.
La autocompasión nos posibilita reconocernos como seres humanos imperfectos, cargando una mochila llena de dificultades.
En vez de infligirnos daños y reproches y de enojarnos con la vida que nos presenta pelea, la autocompasión implica ser cálidos y comprensivos con nosotros mismos cuando atravesamos momentos negativos.
Es importante entender que NO siempre vamos a conseguir lo que queremos.
Luchar contra la corriente y no aceptar la realidad, nos llevará hacia el sufrimiento, el estrés, la frustración y la autocrítica excesiva.
Siendo autocompasiv@s, podremos experimentar un mayor equilibrio emocional.
No, no sos la única persona que sufre en este mundo.
Tampoco los errores son parte de tu propiedad intelectual.
La autocompasión reconoce que todos los seres humanos compartimos experiencias similares a la hora de atravesar dificultades, fracasos, miedos, duelos, angustias.
Es lo que Thich Nhat Hahn llama a esa intrincada red de causa y efecto recíproco en el que todos estamos involucrados: «inter-ser».
Tomar consciencia de este aspecto, es valioso para darnos cuenta de que no estamos sol@s.
En las buenas y en las malas.
Ser humano significa ser mortal, vulnerable e imperfecto.
La autocompasión permite considerar el sufrimiento personal como parte de la humanidad compartida.
Practicar mindfulness es una forma de ejercitar la autocompasión.
¿Por qué?
Prestar plena atención al momento presente y darle espacio a nuestras emociones permite encarar la vida con claridad, perspectiva y armonía emocional.
Cuando te pregunten ¿cómo estás?, vale decir: «Mal».
Si realmente tenés la necesidad de expresarlo.
No te encierres, no te castigues y no te flageles.
Empezá por cultivar tu autocompasión.
Es una habilidad que podés aprender para valorarte y sentirte mucho mejor con vos mismo, y con el prójimo.
Espero que este artículo te sirva y te ayude a entender lo importante que es autovalorarse para desarrollarse, conocerse y crecer como ser humano.
¡Hasta la próxima!
*Los psicólogos Kristin Neff y Chris Germer, crearon el programa MSC (Mindful Self Compassion), un entrenamiento grupal intensivo de 8 semanas centrado en adquirir habilidades para el cultivo de la autocompasión.
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